Ezcaray: De La Coja al Portal de Echaurren

Gastronómicamente, Ezcaray suena fuerte últimamente. Desde hace unas semanas el estruendo ha sido aún mayor al conseguir el restaurante el Portal de Echaurren su segunda estrella de la conocida guía Michelín. Francis Paniego, alma y artífice de este nuevo proyecto gastronómico, está exultante de alegría. Se trata de un reconocimiento personal y familiar trabajado, buscado y... merecido que tiene sus orígenes en los fogones del Echaurren, casa madre donde Paniego (re)conoció los primeros sabores. Con esta y otras distinciones que ha alcanzado el Portal de Echaurren, Ezcaray se sitúa, ahora aún más, en el mapa gastronómico nacional, europeo, mundial... Dos estrellas, dos, son muchas estrellas en ese estrellado y selecto mapa de establecimientos con una, dos y tres estrellas que se encuentran en España, Europa...

Ezcaray siempre ha sido una buena plaza gastronómica. En La Rioja, ya se sabe, se come muy bien y se bebe muchísimo mejor. Huerta y viñedos van de la mano. Hermanados siempre desde tiempos inmemoriales. El Ebro es mucho río y también son importantes los afluentes que riegan sus riberas: Iregua, Oja... En Ezcaray, el Portal del Echaurren refresca su nevera en las frías aguas de un Oja que emana en las mismísimas cumbres de la sierra de la Demanda junto al pico San Lorenzo...

En Ezcaray siempre se ha comido bien. Tanto en los bares, con sus raciones y pinchos, como en los restaurantes. Antes de la llegada masiva del señorío vasco y madrileño, años 70..., en Ezcaray no había tantos referentes gastronómicos como ahora pero haberlos los había. Los lugareños de la zona (Valgañón, Zorraquín, Fresneda, Santurde, Santurdejo, Ojacastro....) coincidíamos casi siempre en La Coja, un restaurante que ha marcado toda una época. Cocina fonda y generosa (patatas con carne, alubia pinta, sopas de ajo, chuletas con pimientos, huevos con chorizo, lomo adobado...) para unos paladares acostumbrados a los productos de proximidad y propios del terreno desde toda la vida. La Coja, como oportunidad y como referente, siempre estaba ahí los días de feria, de fiesta..., como lo estaban también otros locales de la plaza o de las callejas.

En la zona del valle del Oja, entonces —últimamente la oferta se ha ampliado considerablemente y hay propuestas para todos los gustos y bolsillos— había también otros humildes referentes con vida más allá del Echaurren y de La Coja. En Valgañón, los del merendero el Cordobés ofertaban propuestas interesantes y lo mismo hacían algunos bares del municipio. En Zorraquín, sus pollos asados causaban furor entre los más jóvenes, y pasando el puerto de Pradilla y ya en la provincia de Burgos, unos pocos osados experimentaban las buenas sensaciones del buen jamón ahumado que degustaban y degustan aún en el Bar Evaristo (ahora Bar Casa Jorge) que acompañaban con lomo, panceta, morcilla, chorizo picante, huevos con patatas... regado siempre con el vino de la tierra: el Rioja en porrón siempre a mano...

Ezcaray suena bien gastronómicamente y tiene elementos del paisaje más que sobrados (productos) para ofrecer una cocina autóctona —riojana i riojanoburgalesa— de calidad y de prestigio. Los tiene abundantes y bien representativos en la huerta, en los prados, en el río y en el monte: hortalizas, frutas, truchas, setas, carne (de vaca excepcional con DO sierra de la Demanda en la cercana Fresneda, de oveja, corzo, jabalí, ciervo...), frutos/as silvestres... Vuelvo a estas y otras cosas  relacionadas con Ezcaray mientras repaso algunos papeles familiares que sitúan a mi abuelo Ramón Peña en sus calles como ezcarayense de pro y a mi madre Asunción en sus tiempos en los que estuvo de criada en esta localidad, con el recuerdo bien presente de las primas Eustasia y su hija Tina, el primo Lauren y su hija Allende... Ezcaray, en mi vida y de Fresneda, siempre tan cerca. 

Panoràmica de Ezcaray
desde la Ermita de Santa Bárbara / Foto: PM